Si hay algo que obviamente destaca en este entorno son los valores naturales que aporta el río.
Merecen especial atención la geología del entorno y también la fisonomía del río con sus presas, la vegetación propia de la ribera como chopos, álamos, sauces, mimbreras…a la que hay que añadir la de las laderas de los cerros, encinas en su gran mayoría, aunque también hay muchos arbustos propios de suelos degradados y algunas repoblaciones de coníferas y acacias en las laderas.
Además, muchos de los arbustos son plantas aromáticas como el espliego, el tomillo, la ajedrea etc.
Y por supuesto no podemos omitir la fauna; tanto la propia del medio acuático (barbos, truchas, bermejuelas, cangrejos, ranas, sapos, libélulas, fochas, garzas, nutrias…) como del medio colindante (lagartos ocelados, tejones, ciervos…).
Los roquedos aunque son de escaso desarrollo presentan múltiples tipos de oquedades que permiten la nidificación de diversos tipos de aves rapaces como el alimoche, búho real, cernícalo común, halcón peregrino o buitre leonado.
Acechando en las orillas del río se encuentran grandes aves como el cormorán y la garza real quienes no desaprovechan la ocasión de pescar algún barbo o bermejuela.
El ave acuática más frecuente y mejor adaptada a las aguas profundas es el somormujo. Además, cada vez es más frecuente encontrar en el río la presencia de alguna nutria.
A pesar del paso del tiempo, la mayoría de los parajes próximos al Duero y a Soria han ido cambiado, pero no demasiado.
El carácter rocoso y abrupto del relieve y la baja productividad de sus suelos les has permitido conservar una gran parte de su naturalidad.
Esta zona además ofrece la posibilidad de recorrer varios senderos homologados.